Cuaderno de trabajo Nº 7
Introducción a
Ranciére. Consenso, disenso, proceso de subjetivación, igualdad, emancipación.
El siguiente escrito se basa en el texto: Política,
policía, democracia (2006)
Se trata de una
traducción y resumen del original: Aux
bourds du politique. Donde se destacan los capítulos: 3º de la primera
parte, 2º y 3º de la segunda parte y una
compilación de la tercer parte del original. Estos resultan los subtítulos
dados al texto.
Para empezar, me
parece muy oportuno retomar el prefacio elaborado especialmente para la edición
del presente texto. Pues, el autor se permite aclarar el contexto en que fueron
escritos los textos-artículos que dieron contenido al libro original. Esto le
supone, por un lado, contextualizar el
marco en que se permitió repensar los conceptos que propone, por otro lado ejemplificar por qué se hace preciso,
justamente, repensar los conceptos y sus alcances.
El punto de partida
que el autor otorga a sus análisis, concretamente, es el periodo que se abre post
1989, cuando de parte de los intelectuales, se proclama “el retorno de la
política” (p.7). Alejada ella de la necesidad de pensarla en términos histórico
- económicos y de lucha de clase, se redescubre la potencialidad de la
democracia como herramienta de la “verdadera” política. Para entonces y aun
inclusive antes, la democracia se distinguió como una forma de gobierno
ideal/idealizada de la política pero también de la economía capitalista. Esto
se reconoce en dos aspectos - consecuencias de la guerra fría: democracia vs
totalitarismo, sistema económico soviético (y su fracaso) vs economía
capitalista. La experiencia extremadamente negativa de este periodo logró que
la democracia se posicione como la forma de gobierno más apropiada a una
política de verdad. Sin embargo, nota Rancière, que esta forma de gobierno se alejaba cada vez
más del poder del pueblo, que en última instancia es quien la legítima.
En estos términos,
la democracia es entendida como el arte de lo posible y se la identifica con el
consenso. ¿Qué es el consenso? No
solo es la opción al enfrentamiento, la pacificación. Significa: “el acuerdo
sobre los datos sensibles de una situación, sobre las maneras de interpretar
las causas y de deducir las formas de acción posibles” (p.8). Reconoce el autor
que la democracia se identificaba con una cultura de la paz civil, la cual es
fundamento de los grupos de interés, en tanto expertos, que deciden sobre el
resto. En estos términos, el consenso requiere de “la racionalización de la
política bajo formas de arbitraje entre intereses de grupos bien definidos”.
Con el consenso, se
buscó además dejar de lado a los viejos conflictos y actores conflictivos del
ayer (con sus identificaciones dudosas: clase, pueblo, obreros) y sustituirlos
por “una clara objetivación de los problemas de la colectividad” y con ello la
identificación paso nuevamente a ser una cuestión de raza y tradición y
conformar una alteridad y una violencia en relación con el otro, mas radical
(ejemplo: la inmigración africana hacia Europa y las medidas políticas tomadas
para evitarla).
La democracia como
gobierno, reúnen entonces una tendencia natural de ejercicio de una
superioridad por sobre una inferioridad basada en la capacidad experta y en
“lógicas de adaptación” de los inferiores (de disciplinamiento, control,
subjetivación) mediante instituciones. A esta forma de gobierno que se hace
llamar política, Rancière denomina policía.
Así las cosas, para
Rancière la democracia, con toda su violencia simbólica –dice- se descubre como
la paradoja fundadora de la política. Y es paradoja porque la democracia no
solo es una forma de gobierno, sino también la separación que permite que la
política se abra cauces y exista. Esto es, la democracia como forma de gobierno
busca el consenso, pero la esencia de la política es en realidad el disenso. Este no significa el conflicto
de intereses, de opinión, sino el conflicto de dos mundos sensibles.
Política,
identificación, subjetivación
En el prefacio
Rancière anuncia la situación en que
escribió el presente titulo. Cuenta que en 1991 es invitado a participar en el
debate norteamericano sobre el problema de las identidades. En oposición a los
discursos vigentes que intentaban encauzar la política hacia la lucha universal
contra las particularidades, el autor busca definir la política en término de
las relaciones del mismo y del otro. En estos términos, define la política como
la acción no de identidades construidas sino de sujetos que son siempre
separaciones entre identidades.
Ya en el artículo
se pregunta ¿Que es lo político? Y
responde es: el encuentro de dos procesos heterogéneos. Uno de ellos, es el del
gobierno. Que organiza la vida comunitaria y se establece mediante una
distribución jerárquica de lugares y funciones. Proceso llamado por Rancière como
Policía.
El segundo proceso
es el de la igualdad: “este consiste
en el juego de prácticas guiadas por la presuposición de la igualdad de
cualquiera con cualquiera y de la preocupación por verificarla” (p.17) este
proceso es político. Un juego de entrelazamiento que el autor prefiere
denominar Emancipación y que reconoce
como la política. A partir de este
planteo son tres los términos principales: la policía, la política y lo
político como terreno de encuentro entre los dos primeros en el tratamiento de
un daño. De este modo, lo político es la escena donde la verificación de la
igualdad debe tomar forma de daño y toma esta forma porque la policía no niega
la igualdad, sino que la daña.
Asi las cosas, la
policía se presenta como la actualización de lo propio de la comunidad y
transforma las reglas del gobierno en leyes naturales de la sociedad. “Pero si
la política difiere de la policía no puede descansar sobre tal identificación”.
Por ello es que la lógica de la emancipación es la política de un propio
impropio.
El único universal
político es la igualdad, pero este no
debe ser tomado como una esencia de la humanidad y/o de la razón, ella “existe
y causa efecto”, es un universal que se debe presuponer, verificar y demostrarse
en cada caso. Esta posición supone
superar las dicotomías entre universal y particular, pues la igualdad como
categoría universal no es el principio de la comunidad a lo que debe oponerse
lo particular de cada caso. Por ello,
Ranciere la considera un operador de demostraciones y encuentra que el modo de
eficacia de la universalidad en política, es la construcción, discursiva y
practica de un caso, una demostración. Reconociendo que:
“cuando los grupos
víctimas de una injusticia entran en el tratamiento de un daño, se refieren generalmente
a la humanidad y sus derechos. Pero la universalidad no reside en conceptos
invocados de este modo. Reside en el proceso argumentativo que demuestra sus
consecuencias, que dice lo que resulta del hecho que el obrero es un ciudadano”
(p.20).
Por lo tanto, “la
universalidad política no está en hombre
o en ciudadano. Está en el ¿Qué es lo que resulta de eso?, en su
implementación discursiva y practica”. Tal construcción de la igualdad, para el
autor, “no es la obra de una identidad en acto o la demostración
de valores específicos de un grupo. Es un proceso
de subjetivación”. Esto es, un proceso de desidentificación, de
desclasificación.
Para ranciere el
sujeto es un entre-dos (in-between),
porque puede estar junto a otros -con los que forma un grupo: los proletarios,
pero ser parte de otros varios nombres o identidades. Entonces, la
subjetivación política es el acto de la igualdad -o el tratamiento de un daño-
de gentes que están juntas. Por lo que, se refuerza la idea de que una lógica de
subjetivación política es una heterologia, una lógica del otro -el nombre de
una categoría víctima de un daño y que invoca sus derechos es siempre el nombre
del anónimo, del cualquiera, de otro-. Ésta heterologia se base en tres
principios:
1. nunca es la
simple afirmación de una identidad, es siempre al mismo tiempo, negación de una
identidad impuesta por la policía.
2. es una
demostración, por lo que supone siempre otro a quien ella se dirige. Es
constitución de un lugar común -incluso si no es un dialogo o la búsqueda de un
consenso- constituye una comunidad definida por un cierto daño.
3. siempre admite
una identificación imposible, una identificación con otro con el cual no puede
ser identificado[1], pues el
proceso de la igualdad es el de la diferencia -esta no es la manifestación de
una identidad diferente o el conflicto entre dos instancias identitarias- sino
es el topos de un argumento y el lugar de exposición de ese topos es un
intervalo.
La causa del otro
Ranciere reconoce
que hablar de la causa del otro, es por antonomasia, poner a la política en el
lugar de la moral. Sin embargo, para él, es posible una inclusión política del
otro que no es de la moral y tampoco su opuesto, que desmiente la oposición de
la política como conservación de la comunidad y la moral como principio de un
respeto del otro trascendiendo los intereses políticos.
La causa del otro
como figura política es, primero una desidentificación en relación con un
cierto sí. La producción de un pueblo, diferente al que ha sido contado por el
Estado, que está definido por la manifestación de un daño hecho a la
constitución de lo común.
Mediante la
reflexión que le provoca la situación de la guerra franco-argelina, Ranciere
encuentra que el tratamiento del otro se da, de parte de la policía, en
términos morales. Esto significa identificar la causa del otro por afinidad a
una orden caritativa, de solidaridad con otro, víctima, carenciado al que se lo
debe incluir. Pero esta inclusión se da en el marco de una no inclusión. Esto
se entiende a partir de lo que él considera el olvido de la diferencia de la ciudadanía consigo misma. Este olvido
tiene que ver con la reducción y la disyunción entre subjetividad política y
grupos. Esto se ve, por ejemplo, en la transformación de un “obrero” o un
“proletario” que se separa de una identidad de grupo social en lucha y deviene
una figura de ciudadanía. Y que se observa en algunos aspectos donde el
consenso:
1. identifica al
sujeto político “pueblo” con grupos portadores de tal interés o tal identidad,
que considera al ciudadano político en el sujeto de derecho, el mismo que es
asimilado al sujeto económico.
2. toma la figura
del excluido, “de aquel que la perdida de bienes lo deja sin “identidad” y en
“desherencia” del lazo social.
3. supone lo
“humanitario” como causa que defiende los derechos del hombre como los derechos
de las victimas para hacer el argumento de una política una causa del otro que
se desliza hacia la moral.
En pocas palabras,
la policía por medio del consenso busca incluir al otro como ciudadano dentro
de una juridicidad estatal y la sumisión de una ley única, considerando al otro
como víctima y abogando por su tratamiento en cuanto tal. Cuando la propuesta
de Ranciere es considerar al otro en tanto igual. Un ejemplo resulta claro para
entender el pasaje de una concepción del otro como carenciado a otro igual como
cualquiera. Este es el ejemplo de Bosnia que en 1992 declara su independencia y
despierta una guerra entre bosnios, serbios y croatas que se denomino la guerra
de Bosnia Occidental. Concretamente
describe:
“Todo el esfuerzo
de la lucha política sobre Bosnia fue
el de desprenderse de la simple demanda de ayuda a las víctimas, de definir un
interés común a partir de la oposición en la misma Bosnia sufriente, de dos
ideas de comunidad, la idea de repartición equilibrada de las poblaciones y de
las identidades que se inscriben todavía en la lógica policial del agresor y de
la idea de comunidad sin pertenencia de quienes asumen la simple contingencia
de estar ahí juntos” (p.38).
Lo inadmisible
Para la
construcción de este apartado Ranciere recurre a la literatura - a pasajes
literarios- como a una disposición legal de la política “común”. Ambas
situaciones marcan el tratamiento de una racionalidad que clasifica e intenta
discernir lo que puede o no acogerse, como cuando Francia reconoce que “no
puede acoger a toda la miseria del mundo”.
Con ambos ejemplos se
ponen en juego la utopía consensual donde lo que se dispone es la posibilidad
de una convención sobre una propiedad que declara pero inventa las propiedades objetivas
de unos, tratando de distinguirla de otros -un “múltiple singular”- que no
puede ser acogido, distinguido, discernible o en todo caso es inadmisible. El
ejemplo por antonomasia es el inmigrante, que representa un desajuste de lo
propio, de aquello que nos hace uno. Por ello la igualdad tiene un efecto sobre
el cuerpo social que desconoce a quienes no comparten la misma identificación,
Se comportan ellas, como identidades suspendidas que conforman multiplicidades
singulares.
El papel de los
autorizados (no es una palabra que haya encontrado en Ranciere) es importante
en esta definición de propiedades. Es así que, para definir que un producto ES
una obra de arte, se somete al juicio de observadores que instruidos por “una
esencia del arte” valorizan la obra.
En el caso de las
estrategias políticas, el autor analiza las leyes contra la inmigración en
Francia, en el tiempo en que la frase consignada más arriba se popularizó. Para
Ranciere esta frase, aun cuando no designe propiedades que definan un tipo de
discriminación, sí está designando un propio
que marca limites sobre que aceptar que pertenezca y que no.
Sin embargo, en la
frase “Francia no puede acoger a toda la miseria del mundo” (una vez más
colocando la moral por encima de la igualdad, pues acogerla sería lo correcto
moralmente) no define a quienes si acoger y a quienes no acoger. Esa función le
compete a la ley, la instancia de lo universal que manda sobre lo particular y
que se dispone a unificar a todas aquellas propiedades atribuidas a muchos
singulares multiples y universalizarlas mediante la ley. Define un objeto de
esa ley y le otorga un sujeto. Como ejemplo reconoce que el sujeto, inmigrante
que entra a buscar trabajo clandestinamente, se introduce legalmente -pero
ilegítimamente- como conyugue de una blanca. De este modo se reúnen todos los
regímenes de alteridad: inmigrante, clandestino, delincuente. Asi se define a
otro que la ley identifica para luego expulsar. Devine así, un miedo sobre el
múltiple, sujetos sin ley, que abundan. Mas sencillamente, se teme a la
reproducción de “indeseables” (concepto mío) que mediante estrategias de
resistencia burlan la ley. El caso es que se hace perceptible cuando la ley, el
consenso, la policía lo puede identificar, conceptualizar, distinguir. Estos
múltiples no permiten el consenso, porque no pueden ser identificados con el
uno que describe una identidad común.
De este modo,
Ranciere entiende que la figura del Otro que actualmente construye la política
consensual es otro “vil”, pura alteridad que no designa una categoría social
-porque no hay un análisis del estar juntos- sino la definición de los sin ley, proletarios que
se reproducen sin más. Esta diferenciación ayuda a entender el consenso, pues
este es: la relación entre la naturaleza y la ley, en tanto, la ley se encarga
de acabar con lo antinatural, con lo que no sirve a la naturaleza. Es así que
el objeto del racismo “es el testigo, el “casi-otro”, el que no es lo bastante
otro para valer como otra figura del mismo”.
Diez tesis sobre la política
Tesis 1
La política no es
el ejercicio del poder. Es un modo de actuar específico de parte de un sujeto
que depende de una racionalidad propia. Entonces, la política no es, la
práctica del poder y la lucha por su posesión; como no es una teoría del poder
y una búsqueda del fundamento de su legitimidad.
Ranciere reconoce
las tendencias que proclaman la vuelta de una política pura que define a la polis por su bien propio pero que se
choca con la realidad de la democracia
moderna como reino de las masas y de las necesidades:
“En la práctica,
esta celebración de la política pura entrega en las oligarquías
gubernamentales, iluminadas por expertos, la virtud del bien político (el vivir
en vista de un bien en oposición de la simple vida). Es decir que la pretendida
purificación de lo político, liberada de
la necesidad domestica y social, vuelve a la pura y simple reducción de lo
político a lo estatal.”(p.60).
Tesis 2
La formula
aristotélica supone que la política es el mandato de los iguales y el ciudadano
puede mandar y ser mandado. Ella habla de un ser que, al mismo tiempo, es
agente de una acción y materia sobre la cual se ejerce dicha acción.
La lógica del arkhé supone así una superioridad
determinada que se ejerce sobre una inferioridad determinada. Para que haya un
sujeto de la política y por lo tanto política, debe romperse con esta lógica.
Tesis 3
La política es una
ruptura específica de la lógica del arkhé.
En efecto, ella no supone simplemente una ruptura de la distribución “normal”
de posiciones entre aquel que ejerce un poderío y aquel que lo sufre, sino una
ruptura en la idea de las disposiciones que vuelven “propias” a esas posiciones.
En la formula
aristotélica, el 7mo título que se reconoce es la “elección de un dios”, la
suerte para designar a quien le corresponde el ejercicio del arkhé. Esta elección designa el régimen
que aparece para salvarnos: la democracia. Lo que la caracteriza es la ausencia
de titulo para gobernar. Es decir el régimen por el cual se elije un
representante que no tiene título (no es de la aristocracia, la oligarquía, la
nobleza) para mandar, es “tener parte en el hecho de mandar y ser mandado” (como
aquel que puede elegir y ser elegido).
Tesis 4
La democracia, no
es un régimen político, en el sentido de constitución particular entre las
diferentes maneras de reunir hombres bajo una autoridad común. La democracia es
la institución misma de la política, la institución de su sujeto y de su forma
de relación.
Democracia es un
término inventado por quienes tienen titulo para gobernar para designar al
gobierno del pueblo o al poder del demos,
es decir, que mandan quienes tienen como única propiedad en común no tener
ningún título para gobernar. Son los que no cuentan.
Tesis 5
El pueblo (sujeto
de la democracia) no es la colección de miembros de la sociedad o la clase
laboriosa. Es la parte suplementaria. Son los incontados de la población.
Definido por lo que no son o no poseen: titulo.-
Tesis 6
La política aparece
siempre como un accidente provisorio en la historia de las formas de
dominación. La política no es de ningún modo una realidad que se deduciría de
las necesidades de la reunión de los hombres en comunidad. Es una excepción al
orden normal, pues las comunidades se agrupan bajo el mandato de quienes tienen
títulos para mandar, títulos probados por el hecho mismo de que mandan. La
política aparece como desviación, una anomalía, es la que se expresa en la
naturaleza de sujetos políticos que no son grupos sociales sino formas de
inscripción de la cuenta de los incontados.
Es la parte de los
sin parte. Que esta parte existe, es la postura misma de la política y es el
objeto del litigio político. El conflicto político no opone grupos que tengan
intereses diferentes, sino lógicas que cuentan de modo diferente las partes y
la parte de la comunidad. Hay dos maneras de contar las partes en la sociedad.
Una cuenta con las partes reales, grupos efectivos, definidos por las
diferencias de nacimiento, función, lugar, intereses. Esta es la policía. La
segunda parte además cuenta la parte de los sin parte, la política.
Tesis 7
La política se
opone específicamente a la policía. Ésta última no es una función social si no
una constitución simbólica de lo social. La esencia de la policía no es la
represión, ni siquiera el control sobre el vivo. Su esencia es un reparto de lo
sensible, esto es, la ley generalmente implícita que define las formas del
tener parte definiendo primero los modos perceptivos en los cuales se
inscriben. El reparto de lo sensible es el recorte del mundo, es lo que separa
y excluye y al mismo tiempo da participación. Es una repartición que anticipa
la repartición de las partes.
El litigio político
es el que hace existir la política separándola de la policía que constantemente
la hace desaparecer. La política es una intervención sobre lo visible y lo
enunciable.
Tesis 8
El trabajo esencial
de la política es la configuración de su propio espacio. La esencia de la
política es la manifestación del disenso, como presencia de dos mundos en uno
solo.
La policía no
interpela a los sujetos en manifestación, busca que se dispersen. Entiende el
espacio público solo desde su función pública (la calle es para circular). La
política busca convertir ese espacio en un espacio de manifestación de un
sujeto: obrero, ciudadano, etc.
La política busca
recalificar los espacios que para la policía pertenecen al ámbito de lo
cotidiano, lo que está separado de la vida pública. Recalificar significa hacer
notar, hacer hablar convertir lo privado en público, un bien o un mal
particular en común.
La esencia de la
política es el disenso porque es la manifestación que deja ver lo que no tenía
razones de ser visto. Por lo tanto, los socios en el disenso no están más
constituidos que el objeto y la escena misma de la discusión.
Asi la política no
tiene lugar propio ni sujetos naturales. Un sujeto político no es un grupo de
intereses o de ideas, es el operador de un dispositivo particular de
subjetivación del litigio por el cual hay política. Asi la manifestación
política es siempre puntual y sus sujetos son siempre precarios.
Tesis 9
Lo propio de la
filosofía política es borrar el litigio constitutivo de la política. Ya en la
descripción del mundo de la política, la filosofía política efectúa ese
borramiento.
Tesis 10
El fin de la
política y el retorno de la política son dos maneras complementarias de anular
la política por la simple relación entre un estado de lo social y un estado de
lo estatal. El consenso es el nombre vulgar de esta anulación. Ambos conceptos
dese la filosofía política (fin) y el de la sociología (retorno) borrar el
concepto mismo de la política y su precariedad como uno de sus elementos
esenciales.
El retorno de la
política proclamando el fin de las usurpaciones de lo social y el retorno de la
política pura, oculta el hecho de que lo social no es para nada una esfera de
existencia propia sino un objeto litigioso de la política. El retorno supone un
lugar propio, ese es el estatal (según estas miradas).
¿Por qué analizar la juventud desde la propuesta de
Ranciere?
Considerando las
metas que desde el proyecto se buscan alcanzar, la propuesta de este autor nos
convoca a reflexionar en torno a los sujetos colectivos desde la noción de
subjetivación política, entendiendo por ello a un proceso de desidentificación
de una identidad impuesta desde el exterior y por ende, el reconocimiento de un daño que semanifiesta
en la promoción del disenso.
Las preguntan que
me surgen pensando desde esta mirada son: ¿Por qué los sujetos se juntan? ¿Qué
los convoca?, ¿es acaso la búsqueda por desprenderse de una identificación, un
modo de ser pensados, nombrados y dirigidos? ¿Se conjuga a partir de estas
grupalidades un modo distinto de pensar en los otros, que no son solo quienes
son parte, sino todos a los que en la constitución de un proyecto común
representan? ¿Cuáles son los tópicos que se construyen a partir de actuar
juntos? ¿Cómo se entiende lo político y la política, siguen siendo construidos
desde aspectos que sostengan una práctica moralizante antes que emancipadora?
¿Qué aspectos de la “policía” es decir de la política como consenso se
reproducen en estas practicas?
[1] Con identificación imposible Ranciere intenta describir de qué modo se
produce una identificación con el otro en el cual uno mismo no puede verse, por
ejemplo, “todos somos judíos-alemanes”.
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